Mientras me encuentro sentado redactando lo que parece un epitafio, constantemente aparece el reclamo por un poco de atención inherente por parte del mundo. Siento la exclusión de no ser parte de la elite, siento la falta de atención por no ser una minoría, cualquier excepción del común denominador sería una meritoria ventaja. Basta que una mujer, un negro, un hindú o un judío lleve acabo el acto valeroso de tomar una pluma y el mundo le aplauda, yo sólo soy mexicano y no sé donde me coloca eso, tal vez tenga que reconocer mi parte de chilango eso podría aventajarme, pero que clase de ventaja es esa cuando hay millones, maldita y bendita pertenencia a la masividad.
Pero que hay de la costumbre de correr, de seguir todos los días, no soy marginado lo suficiente, eso podría explicar la necesidad de dejarme el cabello largo algunos años atrás, y por eso ahora no dejo que crezca demasiado, la realidad es que tampoco he logrado ser aceptado. Busco inocentemente que la apariencia física haga el milagro que mi sonrisa falsa o que mi rictus furios no consigue, que la indiferencia se quede a un lado aunque sea una mañana y se me mida con el parámetro humano. Que cosa tan simple suena esa utopía ridícula, esty falto de seguridad, ya que puede que incluso así yo no siga perteneciendo al olvido, a lo no importante.
Demasiado simple, demasiado rebuscado, demasiado complejo, demasiado burdo, poca mantequilla para demasiado bolillo, un solitario pingüino viajando en un iceberg que se va derritiendo con las esperanzas del mundo sustentable. Contemplando, con la vista pérdida en mejores tiempos, en el interminable ciclo nostálgico que nos une, que nos da un pretexto para la crítica envidiosa a la juventud, la semi razón de existir de la historia, de esta historia y de cierta pertenencia (de aprehensión, aprensión, a prensión) del espacio tiempo.
Para que no se diga que es ridícula la existencia, porque al final del día nadie sale vivo y al final de la jornada en este terreno el recuerdo es perecedero, porque el mundo es finito por donde se le vea, sería bueno dejar de ser pretencioso y aceptarnos minúsculos, pequeños, granos de arena en la playa de los cielos (no puedo seguir sin disculparme por la metáfora barata y barroca con motivos costeros). Pero nada es fortuito, todo es un pretexto para seguir adelante, tal vez convendría dejarnos arrastrar por el mar, regresar al inicio de todo, iniciar el final del ciclo o iniciar del final, trazar el corsi-recorsi, o evocar a las alas perdidas por nuestra pérfida existencia, o tratar de pedir prestadas unas en el departamento de objetos perdidos en la oficina de San Pedro o tomar las resorteras y tirar rocas al inconmensurable cielo durante jornadas, esperando derribar a un querubín, cortarle las alas,al fin, tal vez le vuelvan crecer o tal vez sentarme inmóvil, sin articular, sin adjetivar, sin prejuiciar, sin enunciar, sin denunciar, sin pensar, sin creer, sin verbalizar, sin ser y sin ser no ser y tal vez redimidos nos crezca un par. Para eso sería necesario quitarnos las camisas, no los pantalones porque podría salirnos una vergonzosa cola. Entonces creo que extrañare mi sombrero de estereotipo, charro, inmenso, pa cubrirme los posibles cachos.
Como podría decir el buen adicto sick boy, al final todo se resume en una simple idea, un día lo tienes y cuando menos te das cuenta lo pierdes para siempre. Yo sigo sentado esperando que ocurra, sentado frente a la computadora para esconderme, algo avergonzado de estar tan equivocado o de estar tan cargado de razón, cansado de rogar por una muestra cándida, o una seña que me pruebe que sigo existiendo, pero los amigos han quedado muy lejos, la familia es lo único que queda y no me sirve de consuelo, he visto cada mequetrefe sin ninguna gracia con el respaldo numérico del séquito consanguíneo, el amor propio está en un break. Pero aun queda la inercia, el halo después de la combustión adolescente, los tramites sociales que demandan de mi por lo menos un pago. Instado a salir a la calle y buscar a un desafortunado y sentarme a su lado para engañar mis sentidos y creer que no estoy sólo, cuando es la única verdad irrevocable de esta escupidera de registros de vida, de menciones, de pasajes, de letras, de nada.
Esto no debería de terminar porque aún no estoy listo para un golpe de realidad, pero la obligación de la forma literaria me exige un poco de respeto y quiere que suelte mi pluma, que deje de martirizar los anales jajajaja, no podía dejar pasar la oportunidad.
Porque un poquito más largo y termine siendo aburrido y termine archivado entre el spam o las cadenas apocalípticas, debería hacer un llamado de atención a mi lector, a mis seres queridos, creo que después de todo merezco que lean esto.
Por las pequeñas molestias causadas, por mis constantes olvidos, por mi necesidad de acaparar la conversación, pero también por los abrazos sinceros, por lo regaños que lo son aún más, por esas cosas les dejo este rastro en mi camino.
Esperando que algún día perdidos, sigan las huellas y el recuerdo mutuo nos lleve a retomarlo o a renunciar a él con un sentimiento de pertenencia que es sobre estimado pero que no es dispensable.
Los kiero porque yo los escogí, en mi único acto libertario, aunque ustedes sólo fueron victimas de las circunstancias.
Los kiero mucho, no lo olviden.
Aunque yo considero que el mensaje lo dice varias veces, espero que dejen un mensaje para saber quien lo leyo, tengan en cuenta que ya es más facil que en las etapas tempranas de los tradicionales correos colectivos.